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14 de octubre de 2006

Crónica desde Cee de la rotura de un tendón de Aquiles

¡Gracias, gracias a todos!

Por Ramón Marcote Pequeño.
Preparador Físico del Club Atlético de Madrid B
Ya han pasado unos días y desde la tranquilidad de la Playa de Estorde, en mi tierra gallega, tierra que ya os presente hace unos meses, tenido mucho tiempo para pensar y asimilar todo lo que me esta tocando vivir. Ya las cosas se ven de otra forma, lo que todo era negro, ahora empieza a aclararse, ese angustioso túnel en el que uno entra sin saber ni como ni porqué, empieza a llegar a su fin, y hace verdadero eso que tantas veces hemos oído, que dice que “no hay mal que cien años dure”; uno entiende que las cosas hay que afrontarlas con optimismo y aprende a pensar que todo lo que sucede seguro que es por algo. El tiempo pasa y nos enseña a encontrar en los abatares de la vida, en esas cosas inesperadas y por supuesto no deseadas que nos pasan su lado más positivo, porque de lo contrario nos ahogaríamos en un mar de lamentaciones que seguro no nos conducirían a buen puerto.

El relato de lo que sucedió nadie lo podía haber contado mejor que Mata. Como él dice, no se trata de una noticia, no tiene, ni mucho menos, una relevancia especial, simplemente se trata de lesión más, una de tantas, la lesión de un amigo suyo, y por eso decidió compartirla con vosotros; sin embargo lo importante de las “historias” es como uno las vive y el contexto en el que uno las vive. Y Mata, amigo, me gustaría que conocieses como vivía yo ese día imborrable para mi recuerdo.

Todo comenzó como cualquier otro día de trabajo en el Cerro del Espino.
A las 9 de la mañana estaba allí, revisé el entrenamiento, a las 10 estábamos empezando, salió bien. Al acabar, reunión de cuerpo técnico, como siempre.
A las 12 como habitualmente me metí en el gimnasio, cuatro cositas para quitarme el gusanillo y mantener la forma (nunca se sabe cuando puede llegar la oportunidad.....), todavía me gusta entrenar.

A eso de la 13:15 ya estaba vagueando en el gym por lo que lo mejor era irse a la ducha. Entré en el vestuario, y cuando me estaba desatando las botas, entró Adelardo, si, si Adelardo, el hombre que más veces se ha enfundado la elástica del Atlético en la historia. Recuerdo su primera frase “que botas ¡Te las ha regalado Torres ¡eh!”. Adelardo conoce mi relación de amistad con Torres. Bueno, el caso es que comenzamos a hablar; rectifico, yo escuchaba y aprendía de la humanidad que desprende esta leyenda viva del fútbol en cada palabra, tendrían que escucharle; a mi ya me había ganado hace unas semanas cuando me regaló una foto firmada con todos sus títulos conseguidos en nuestro Atlético (seguro que ésta no la tiene mucha gente). El asunto es que entre palabra y palabra los minutos fueron pasando y se acercaban las 14:00 del jueves 28 de octubre de 2006, hora en la que los veteranos juegan su partido habitual de entrenamiento. El día anterior había estado tomando una cerveza con Antonio Sanz y con Toni (buenos amigos) y había adquirido el compromiso informal de participar en el partidillo del jueves con los veteranos; ya casi había decidido dejarlo para otro día, pero le comenté a Adelardo que un día me quedaría a jugar, al escucharme me animó a que no demorase más ese día, que me lo pasaría bien.

A eso de las 13:45 llegó Luíz Pereira al vestuario, venia a jugar. Se fumó su pitillito habitual, como siempre lo ha hecho antes de jugar un partido, pregúntenle. Sin caer en la cuenta, me encontré en el mismo vestuario, charlando probablemente con los dos mejores futbolistas de la historia del Atlético de Madrid (o eso me cuentan, yo no he podido verlos jugar), un honor.
El asunto es que el “olor a fútbol” crecía y me entró el “subidón”; tenía que participar en aquel partido. Nos bajamos los tres, Adelardo, Pereira y yo ¡casi nada¡ llevaba buena carta de presentación. Al llegar al campo 1 me encontré con muchos conocidos, entre ellos el incombustible y divertido, San Román ¿le han visto dejar de sonreir alguna vez? Yo no. Me dice Adelardo “si conoces a éste ya no te tengo que presentar a nadie, este es el que manda”; San Román me da un abrazo y nos reímos.

Iba a jugar con Toni, con Kiko, Pantic,Pereira, Pedraza, Luís García, Mena etc...Este partido no me lo iba a perder; se imaginan las sensaciones de compartir balón con verdaderos futbolistas?
Todo empezó bien, Pereira me dice “tu de medio centro que eres joven y corres…jajaja”, ahí me puse. (a mandar Don Luiz). En la primera jugada que enganché la pegué bien desde fuera del área con mi zurdita e hice un buen gol “gracias Mena, la portería no es lo tuyo, jajaja…”
Lo siguiente que escuche es que Kiko dijo “…vamos a tener que hacer revisión de fichas, aquí han venido profesionales…” (nadie se acordará, pero yo si). Trivialidades para cualquiera, pero para mi eran palabras de elogio , venían de Kiko uno de los futbolistas más emblemáticos del Atlético; a éste si le he visto jugar, y mucho.(Siempre recordaré su gol en la final de Barcelona 92). Anda que no iba a vacilar toda la semana, estaba jugando con la “Cream de la Cream” de la historia atlética y por encima voy y hago un gol. Lo recordaré de todas formas.

Me lo estaba pasado bien, estaba compartiendo cancha y pelota con verdaderos futbolistas, estaba disfrutando de sudar al lado de grandes leyendas del balón…no lo han soñado ustedes alguna vez…. faltaban pocos minutos para acabar el partido, “me estaba sintiendo grande por un día, me sentí futbolista”. El día podía haber sido perfecto pero el destino decidió que ese día “el tendón de Aquiles” se erigiese en protagonista, se rompió (como le ha sucedido a la mayoría de los más grandes, yo me rompí jugando con los más grandes, algo para contar), me rompí; tal vez el tendón quiso despertarme de la manera mas dura del sueño que estaba viviendo; los sueños son solo sueños y dejan de serlo cuando nos despertamos; cruel manera de despertar de un sueño tan dulce.

El resto ya lo conocéis, os lo ha contado Mata.
El tendón se recuperará, todo quedará en una anécdota que, con el paso del tiempo recordaremos todos los que allí estábamos, pero a mi siempre se me quedará en el recuerdo que un día compartí césped con extraordinarios jugadores de diferentes décadas de uno de los mejores Clubes de Europa, El Club Atlético de Madrid. ¡Yo esto si lo podré contar!

Por cierto este partido nunca terminó, así que cuando vuelva lo acabaremos.

AGRADECIMIENTOS

Ya solo me queda agradecer el apoyo y el cariño recibido por todos en ese dia y en los posteriores que sin duda no fueron fáciles.
Uno se da cuenta en momentos como estos, de la gente que de verdad te quiere y te aprecia y quienes son los que siempre van a estar ahí.
No quiero olvidarme de nadie por lo que a todos los que os habéis preocupado os doy las gracias de corazón.
Pero quiero dar las gracias de manera particular a tres familias que desde hace tiempo considero mi propia familia:
A la familia Torres (Flori, Jose, Fernando, Isra, Olalla y Mari Paz (gracias por estar ahí,))
A la familia Ronco (Juanjo, Lidia, Oscar y Mónica).
A la familia Atlética, a todos veteranos que estaban allí que desde el primer momento se volcaron conmigo y me apoyaron (Toni, Pedraza, Pántic, San Román, Kiko, Luíz Pereira, Richi, Ricardo Ferreras……..no recuerdo los nombres de todos, pero para todos mi mas sincero agradecimiento)
Y a los buenos amigos que en un día como este demostraron que lo son (Antonio Sanz, sin duda la amistad creció; Paloma, Matallanas y Nini, Toni y Carlota, Petón, Nuria, Nati, Manel…..), para todos gracias.

Gracias , gracias a todos.

30 de septiembre de 2006

Crónica de la lesión de Moncho

Por Javier gomez Matallanas en mata-dor.blogspot.com

"El preparador físico del Atlético B se rompe el tendón de Aquiles"
No pasaría de un bolo en un diario deportivo. Y siempre que el Atlético de Madrid B, el Madrileño, vaya, jugara en Segunda división en vez de en Segunda B. Pero la lesión de Ramón Marcote trasciende al puesto que ocupa en el filial rojiblanco y se cuela en este foro por la amistad que me une a Moncho.
Todo sucedió el pasado jueves. Llamada de Anto: "Moncho se acaba de romper el tendón de Aquiles, ahora le llevan a FREMAP. Llama a Toni". Toni Muñoz informa al minuto desde El Cerro del Espino: "Estamos en el vestuario esperando la ambulancia, ahora le ingresan y creo que le operarán esta noche". En tres cuartos de hora me personé en FREMAP. Allí ya estaba Exposito, jugador del Alcorcón e íntimo de Moncho. Y continuaba Toni Muñoz con su hija Carlota. José Manuel, el gerente del hospital, se volcó. "Tenía llamadas perdidas del Pechuga (San Román), de Pedraza y Toni. Se ha tenido que romper alguien importante, pensé..." Y alguien importante es. El preparador físico con más futuro de España, que a sus 28 años ya está en el segundo del Atlético y a quien esta lesión no le va a frenar su fulgurante carrera. Moncho estaba roto. "Jobar, estaba en la gloria, jugando un partidito con los veteranos del Aleti. Ahí con Kiko... y zas, voy y me rompo. Pensé que me había dado una patada Toni, pero se ha roto solo", recordaba Moncho en unas declaraciones que le saqué micro en ristre. E intercedió Toni: "Ha sonado como una madera rota, igual que cuando se le rompió al Juan Carlos, el cordobés, ¿te acuerdas, Mata?"
La habitación 316 de FREMAP, una habitación con solera e historial de ilustres lesionados ya que en ella convalecieron Juninho, López o Kezman, se empezó a llenar de amigos para apoyar a Moncho. El buen rollo del campechano Miguel San Román ("no sé si has pasado la prueba para jugar en los veteranos, ya veré cuando te recuperes"), la llegada de Petón con sus mil anécdotas y batallitas futboleras, sus amigas Pa, Nini y Mari Paz, su amigo Oscar y su hermana, las llamadas de Nuria y Natalia del club, de Sosa, el entrenador, las llamadas cada hora de Antonio Sanz y Fernando Torres, que estaban con su agenda mediática repleta y acudieron en cuanto pudieron.

La visita de Soco, Socorro Morales, el delegado eterno del Madrileño (en la foto con Moncho), la llamada de Kiko a mi móvil para preguntar por mi colega: "Hemos parado el partidillo, nos hemos quedado fríos, no veas como ha sonado, gordito, y lo estaba haciendo bien, le acababa de marcar un gol a Mena, que se puso de portero, a mi me sonaba, ¿no había jugado con nosotros al fútbol 7?", preguntaba el capitán Narváez con su divertido torrente verbal... Vamos, que las horas previas a la operación se sucedieron rápido, entre colegas, ayudando a Moncho a olvidar el dolor de ese maltrecho tendón roto como una caña.
Y llegó el enfermero para bajarle al quirófano. Madridista, el enfermero, se tuvo que ‘comer’ como Petón entonaba la letra y la melodía del himno del Atlético mientras la cama avanzaba por el pasillo y no aceptó apostar, el enfermero, para el derbi de mañana. A las diez de la noche llegaron 'Fer' y Anto, volvieron sus amigos Oscar y Mari Paz, también llegaron Oli, Flori, Jose y Perfe. La intervención fue todo un éxito y Moncho estará en unos meses dirigiendo de nuevo los entrenamientos del Atlético B. Anto se quedó a dormir con él en la habitación. Al día siguiente, Torres volvió a verle antes del entrenamiento. Y a eso de las doce le dieron el alta. Hoy se va para su Galicia natal. En su pueblo, en Cee, con el precioso paisaje de fondo de la Playa de Estorde donde jugaba con Fernando todos los veranos, pasará la primera fase de su recuperación. Mañana no se perderá el derbi. Y va con 'Fer'. Por supuesto. Cuidado con el tendón, Moncho, no votes cuando marque...

21 de junio de 2006

Fernando Torres vuelve a jugar el "mundialito" de la playa de estorde.

La Forja de un Campeón
Por Ramón Marcote Pequeño.
Preparador Físico del Club Atlético de Madrid "B"
*Fernando Torres, un niño que llevaba un futbolista en el alma y un campeón en el corazón*
Le veo correr, le veo luchar, le veo talento, cada vez le veo más talento, le veo ilusión, le veo derrochar pasión, le veo dejarse el alma y el corazón, y sin duda, le veo querer se campeón.Y todo eso no es fruto de la casualidad. Eso se lleva dentro, con eso se nace y con eso llegará tan lejos como él quiera llegar.
Todo esto me hace recordar a aquel niño que conocí hace 11 años ya. Era un día cualquiera de una tarde de verano en la Playa de Estorde (en Cee mi pueblo, en la provincia de la Coruña), donde Fernando y su familia suelen pasar las vacaciones, cuando mi hermano pequeño se acercó con su nuevo amiguete se llamaba Fernando; era bajito, delgado, espigado, rubio, pecoso y tremendamente tímido, pero eso si, con una mirada decidida y que denotaba una gran seguridad en si mismo; mi hermano, insistente como ninguno, defendía a capa y espada que este niño era un fenómeno jugando al fútbol, porque había fichado por el Atlético de Madrid (que iba a decir, era su amigo) y me repetía una y otra vez que tenía que dejarle jugar con nosotros en los partidos que organizabamos en la playa. Así lo hicimos. En uno de los muchos partidos de fútbol que solemos disputar en la arena de la playa le pude ver jugar por primera vez. En una hora de partido no le escuche ni una sola palabra, su timidez se lo impedía, pero sin duda pude ver a un niño con un corazón de campeón. Corrió, luchó, peleó... No escatimó ni un solo esfuerzo, no renegó de ninguna pelea, no se acobardó con ningún rival por muy mayor que éste fuera. Y además, manejaba el balón y el juego de una manera inusual para un niño de su edad. No nos lo podíamos creer, tenía 11 años, estaba jugando con chicos de 16- 20 años y se dejó el alma como si fuese el partido más importante de toda su vida. ¡Por dios, simplemente era un partido en la playa!
Nunca podré olvidar ese día porqué al finalizar el partido todos nos rendimos ante ese niño y no pudimos hacer otra cosa más que felicitarle.
Ese espíritu de sacrificio unido a un extraordinario dominio técnico y a su capacidad de interpretación del juego para un niño de su edad nos sorprendió a todos. A partir de ese día comenzó a participar en todas las pachangas que se organizaban, ya no tenía que pedir permiso para poder jugar, nosotros le buscábamos para que jugase. Nos había conquistado en un solo partido.
Cuando caía la tarde, a eso de las 8 de la noche, la pandilla solíamos organizar un pequeño torneo en la arena seca, lo llamábamos “el Mundialito”. Lo organizábamos tarde porque a esta hora ya no quedaba mucha gente en la arena de playa…y bueno, un poco de cortesía siempre esta bien.
Este torneo consistía en un todos contra todos con un solo portero. Los jugadores que conseguían marcar un gol salían de partido y descansaban hasta que tan solo quedaba uno que era el eliminado y así sucesivamente hasta que se eliminaban todos los jugadores excepto dos. Estos dos disputaban lo que llamábamos la gran final. Esta gran final la ganaba el primero que lograra tres goles. Como se puede entender este juego era un “rompe piernas”, donde la resistencia y la fuerza solían ser los verdaderos jueces del mundialito mucho más que el propio fútbol.
A pesar de ser tan solo un niño de 11 años, Fernando era de los que solía jugar las finales.
Al cabo de los años los finalistas seguíamos siendo casi siempre los mismos, pero si los primeros años, cuando Fernando no contaba con más de 11,12,13 años nos resultaba relativamente sencillo vencerle, cuando ya tenía 13, 14 y 15 años era Fernando quien contaba sus finales de 'mundialito' por victorias.
A medida que se iba haciendo mayor y más fuerte decidimos llevarlo con nosotros a los torneos de verano de fútbol playa que se celebran en pueblos de "A Costa da Morte". Fueron varios los torneos que disputamos juntos, y hubieran sido más si la profesionalidad no hubiera llamado a su puerta. Nuestro equipo era un equipo de amigos rebosante de ilusión y ganas de disfrutar del verano con el deporte que más nos apasiona, el fútbol. Nunca conseguimos ganar ningún torneo juntos, pero puedo decir que nunca he disfrutado tanto como compartiendo campo con Fernando Torres, mi amigo, "mi hermano". La pasión, el coraje, el pundonor y el amor propio con el que disputaba cada minuto, son dignos de elogio y motivo para sentirme orgulloso, ahora cuando es uno de los futbolistas más importantes de Europa y sobre todo cuando tan solo era un niño.
Recuerdo los mundialitos, los torneos de penaltis, los partidos en arena mojada, los campeonatos de FUT 7 en arena de playa, los torneos de voley playa, las torneos de baloncesto, pero sobre todo recuerdo las risas, las conversaciones, los abrazos, las bromas, los juegos. Recuerdo su timidez, su espontaneidad, su amabilidad, su disponibilidad, su saber estar, su humildad...Y lo que más me enorgullece, es que hoy 11 años después, ese niño que un día conocí en la playa, sigue siendo igual. Y ésta es sin duda es su mayor virtud.
Ha conseguido crecer tanto que todas sus virtudes personales y futbolísticas han conseguido confluir hasta convertirle en una persona y en un futbolista extraordinarios.
“La forja de un campeón, un futbolista que empezó a ser campeón cuando era niño y un niño que siempre tuvo alma de futbolista y corazón de campeón”.
Su predisposición, su derroche físico y sus manifestaciones creativas cada vez más frecuentes en el juego, intrincadas en un funcionamiento colectivo cada vez más definido de nuestra selección están consiguiendo hacernos vibrar como nunca con “la roja”. ¡Gracias España, gracias Fernando!
Me emociono al hablar tan libremente del pichichi del mundial, pero es que yo le conocí con 11 años y le vi crecer jugando al fútbol en arena, por lo que para mi sigue siendo “un niño”.Un niño que ¿por qué no?, y aunque parezca un poco osado permítanme esa licencia, tal vez haya forjado en la arena de La Playa de Estorde gran parte de sus virtudes futbolísticas y personales.